¡Hola a todas!

¿Qué tal ha ido el fin de semana? ¿Cuántas habéis estado en Coachella? ¿Y en la Feria de Abril? Para esto último aún estáis a tiempo… ;)

Yo lo he pasado bastante tranquilo, pero sin parar de hacer cosas, sobre todo en la cocina, para que hoy marikowskaya.com arrancara con una nueva receta con la que poder comerse un nuevo lunes.

Aquí estoy para compartir con vosotras estos riquísimos muffins de mango hechos con harina de avena y semillas de chía.

Un momento…

¿Eso que oigo son vuestros hornos precalentándose?

Ésta es una de esas recetas que he tenido que repetir 4 veces hasta que he conseguido quedarme 100% satisfecha con el resultado.

Navegando por internet me encontré con unos apetitosos muffins de mango, así que inmediatamente lo apunté en mi libreta y en cuanto tuve en mi haber un mango maduro me puse manos a la obra. El primer chasco lo achaqué a un fallo mío, así que esperé pacientemente a otra prueba. Este segundo fracaso me hizo sospechar que algo no cuadraba en la receta original. Yo no soy ninguna experta repostera, pero llevo años peleándome con masas dulces y hornos, por lo que algo me defiendo.

Sé que en repostería uno no puede jugársela con las cantidades con la misma libertad que al frente de un puchero, pero la presencia de ingredientes “atípicos” me tenía algo desubicada. Claramente a la receta le faltaban ingredientes sólidos, pero las semillas de chía parecían estar en ese listado para equilibrar la balanza, ¿no?

Hubo un tercer intento (la semana pasada) con el que me quedé muy contenta: buena textura y sabor rico. Sin embargo, la estética aún era mejorable y estaba segura de que podría conseguir unos muffins esponjosos por dentro y vistosos por fuera, ¡con su buen copete! ;)

INGREDIENTES
(8-9 unidades)

250g de mango maduro
3 huevos ecológicos
1/2 cdta extracto de vainilla
150g de harina de avena
2cdas de copos de avena
20g de almendra molida
2cdas de semillas de chía
2cdas de sirope de ágave
2cdas de aceite de coco
3 sobres de gasificante

Yo siempre compro avena en copos, así que cuando necesito harina, lo único que hago es molerla. Es exactamente lo mismo, con la diferencia de que por venir ya molida te cobran más del doble de lo que puede costar un paquete de medio kilo de copos ;)

Supongo que a estas alturas todas estaréis más que familiarizadas con la avena, pero nunca está de más recordar que la presencia de vitaminas, hidratos de carbono, proteínas y nutrientes es más rico que en otros cereales como, por ejemplo, el trigo. Es cierto que para la repostería “tradicional” prefiero utilizar harinas integrales, sobre todo la de espelta, pero la de avena me gusta incorporarla en aquellas recetas que pueden estar presentes en mi desayuno por sus valores nutricionales y el poder saciante.

Su consumo también se recomienda en diabéticos y embarazadas. En el primer caso, la glucosa en sangre no aumenta bruscamente, manteniendo estables los niveles de azúcar, y en el segundo, ayuda al desarrollo del feto y durante la lactancia favorece la producción de leche.

En cuanto a la chía, es una semilla rica en vitaminas, minerales y ácidos grasos que aportan importantes beneficios al organismo, como por ejemplo: poder antioxidante, ayudan a controlar el peso y ganar masa muscular, proporcionan energía e hidratación al organismo, son depurativas, etc. Es importante no pasarse con las cantidades (máximo 30g al día) por su alto contenido en fibra y lo adecuado es consumirla molida o masticarla (previamente hidratada).

*Apreciaciones:

– El gasificante lo podéis sustituir por, aproximadamente, 8g de levadura química.
– El aceite de coco también lo podéis cambiar por aceite de oliva virgen extra. Yo tengo de coco en casa y me pareció que combinaba muy bien con el mango para terminar de darle ese punto “exótico” ;)
– La almendra molida la encontraréis fácilmente en supermercados, pero también podéis molerla si tenéis almendras crudas. En mi caso me gusta comprar un paquetito de vez en cuando porque para molerla en casa previamente hay que tostarla un poco para que se quede suelta y no hecha una pasta.
– El mango ha de estar maduro para que se aprecie mejor su sabor dulce y no amargue.

PREPARACIÓN

1. Precalentamos el horno a 180ºC con calor arriba y abajo sin aire.

2. Pelamos el mango y troceamos 250g. En un vaso lo batimos, echamos la chía en su interior, mezclamos y reservamos mientras seguimos el resto de pasos.

En las dos primeras hornadas añadí las semillas después de la harina, por lo que al morder el bizcocho se notaban sin hidratar, así que esta última vez decidí guiarme por mi forma de prepararla para los desayunos y la mezclé con el mango para que se hidratara durante unos minutos, pudiendo aumentar su tamaño y así contrarrestar la gran cantidad de líquido.

3. En caso de no tener harina de avena, molemos los copos y reservamos. Si vais a usar levadura química, echad los 8g a la harina y mezclad.

4. Batimos los huevos con el sirope de ágave hasta que veamos una mezcla homogénea y espumosa.

5. Añadimos el aceite de coco (derretido, pero no caliente), el extracto de vainilla y el mango. Seguimos batiendo hasta que quede bien integrado.

6. Si usáis gasificante, éste es el momento para echarlo a nuestra mezcla líquida.

7. Tamizamos la harina con la levadura y la vamos incorporando poco a poco sin batir en exceso.

8. Añadimos la almendra y la 1cda de copos de avena y removemos mínimamente para ligarlo todo.

9. Ponemos las cápsulas en una bandeja para hornear magdalenas/muffins/cupcakes y las rellenamos casi hasta el borde.

10. Decoramos con la cucharada de copos de avena restante.

11. Horneamos durante 22-25 minutos. Apagad el horno cuando veáis que comienzan a dorarse ;)

Tras leer los pasos puede parecer una receta más difícil de lo que realmente es, pero de verdad que es bastante sencilla y muy agradecida. El toque de la almendra molida le da un sabor buenísimo, convirtiéndose en un capricho perfecto para las mañanas gracias a su baja cantidad de azúcar y la ausencia de refinados.

Personalmente, me parecen unos muffins diferentes y especiales, no es el típico bizcocho que uno espera encontrarse. Tras el desconcierto del primer bocado encontramos una textura suave y sabrosa que, sin duda alguna, ¡engancha! Si no… ¿Para qué iba yo a poner todos mis esfuerzos en sacar adelante una receta que no mereciera la pena? Cuatro veces, repito: CUATRO VECES. Porque, sí, ya he perdido la cuenta de las ocasiones en las que en Villa Ratón huele a bizcocho de espelta con chocolate (receta aquí), pero lo hago sin variar un ápice sus ingredientes porque nos encanta tal cual es ;)

Espero que os haya gustado el post y que si lo ponéis en práctica me contéis qué tal. Ya me diréis qué os ha parecido en comentarios (por cierto, todos los de la semana pasada están contestados).

Por si alguna se lo pregunta, las letras del café están hechas con canela y una plantilla comprada en Tiger la pasada Navidad ;)

Muchas gracias por leer, comentar y compartir. ¡Nos leemos el miércoles!

Feliz lunes <3