¡¡FELIZ AÑO A TODOS!!
Empiezo a escribir este post a las 21:08 del 31 de diciembre, a contrarreloj. Tenía claro que quería sentarme un rato a escribiros de forma espontánea y sin pensarlo previamente, sin que hubiera nada preparado.
He pasado la tarde de este fin de año tomando un café exprés con mi novio y maquillando a mis amigas con un montón de purpurina para que brillen esta noche como estrellas. Básicamente, en cierto modo, estas últimas horas resumen de alguna manera lo que para mí han sido los últimos 365 días. No porque me los haya pasado de cafetería en cafetería y con los pinceles en la mano, sino porque vuelvo a cerrar un año redondo en el que mi vida sigue “igual”: conocí a Ángel tomando café una tarde de mayo y, desde entonces, lo seguimos haciendo cada fin de semana. Llevamos juntos más de 5 años y para mí sigue siendo un momento especial, mi burbuja de apenas una hora en la que solo estamos él y yo riéndonos y jugando a las cartas para ver quién gana esta vez.
Maquillando a mis amigas llevo haciéndolo desde que tenía 15 años. La suerte que tienen es que ahora lo hago algo mejor y ya nadie tendrá que tomarse las uvas como una puerta. Al menos, no como una puerta pintada con brocha gorda :P
Igual que el pasado lunes compartía con vosotros algunos de mis propósitos para este año entrante, hoy me apetecía echar la vista atrás y volcar las sensaciones que me transmiten esos recuerdos aquí. Si no tenéis nada más interesante que hacer ahora mismo, podéis acompañarme al igual que lo habéis estado haciendo durante este tiempo <3